27 marzo 2007

LA PALA


Ha pasado una semana desde la última nevada y, a juzgar por su repercusión, diría que nadie se creyó la predicción meteorológica que nos lo advertía, acertando casi hasta en la hora en que los primeros copos empezaron a caer. Disfrutamos de un cálido fin de semana bajo el sol de primavera, mirando al cielo pensando si los ‘predictores’ no se habrían chiflado.

Tras los primeros copos continuaron los truenos, aunque con éstos me refiera a los que caen contra la Casa Consistorial por todo motivo; y es que la nieve lo colapsó todo, cubriendo aceras y asfalto, tal y como ocurre cada vez que se nos posa el manto blanco. Y una vez más, -últimamente más-, parece que la culpa de que nada funcione sea siempre de las Instituciones. A veces lo dudo. Me consta que funcionarios de diversas Áreas, incluso sin corresponderles este tipo de tareas, apechugaron con la que estaba cayendo haciendo honor al lema de ‘servidor público’ que asumieron con el puesto, incluso redoblando turnos sin el menor rechiste.

Me pregunto si ante determinadas inclemencias no tendríamos -la ciudadanía-, que poner algo de nuestra parte, asumiendo que no existe Administración en el mundo capaz de paliar este tipo de situaciones de la forma tan inmediata que pretendemos, ni impuestos que paguen semejante esfuerzo. Los que nacimos en la clínica Arana hemos conocido nevadas realmente cuantiosas, de las que incluso impedían salir de casa. Aún así, cada portal guardaba una pala en el camarote y cualquier vecino se responsabilizaba de limpiar cuanto menos el trozo de acera de su fachada, acumulando la nieve recogida en montones que hasta derretirse estorbasen lo menos posible. Hoy, sin embargo, somos incapaces de remangarnos la pernera, no vaya a ser que alguien nos tome por tontos. ¿Y qué tal si en la próxima, un Bando nos organizara veredas? Si para colmo, ya no tenemos ni pala…

Fecha publicación: 27-III-2007

Listening To The Music:
SCRITTI POLITTI: Snow In Sun, 2006

20 marzo 2007

SILVESTRE


El tema quizás haya perdido actualidad en términos mediáticos, pero es que sigo asombrado de que todo el mundo –el de la política, al menos- esté de acuerdo con la idea de poner coto a la recogida libre de todo tipo de setas (vaya por delante que no me gustan los hongos), de moras, castañas, endrinas o de cualquier clase de fruto silvestre.

Soy de los que estará siempre en contra de la existencia de cotos de caza, no porque impidan o controlen la caza, sino porque sueño con que algún día el planeta entero sea un enorme coto donde nadie pueda dar muerte a animal libre alguno. También entiendo que haya que controlar los accesos a los parajes naturales para que los desaprensivos, incívicos y gamberros de siempre lo tengan difícil para irrumpir con sus todoterrenos destrozando a su paso todo el terreno. Cualquiera entiende que coger tomates, manzanas o uvas de una finca es, sencillamente, robar; y que arrancar un brote de roble o haya, no admita razonamiento. Pero me siento incapaz de entender la razón por la que aquello que a la naturaleza le nace de forma espontánea y sin más intervención que la del calendario estacional tenga que ser objeto de semejante control, salvo que hubiera intereses económicos particulares.

Aunque me confiese urbanita ‘cuatricostal’, me cuesta imaginar que, a partir de ahora, en una de mis raras y esporádicas salidas campestres, tenga que arriesgarme a delinquir si quiero atiborrarme de moras, o recoger una bolsa de endrinas conque hacer un gustoso patxarán casero, o deba estar alerta por si un guardia me da el alto por haber pisado –por descuido - una seta mimetizada entre la bucólica hojarasca.

Si a este férreo control sobre la flora silvestre añadimos todo tipo de prohibiciones ya vigentes como, entre otras, la de acampar en cualquier punto de nuestra geografía verde, o la –irreprochable, por otra parte- proliferación de parques protegidos, llegará un momento en que nos veamos obligados a pedir una cita previa –telefónica- para poder dar un simple paseo por el campo, y acabemos agradeciendo que nos dejen admirar, a solo un metro de distancia, un hermoso perretxical junto al que habrán colocado un rotulito de madera que ponga 'Perretxiko / Perrechico / Calocybe gambosa'.

Fecha publicación: 20-III-2007

Listening To The Music:
KOKO TAYLOR: Mother Nature, 1993

13 marzo 2007

LA COMPRA

Soy muy poco aventurero a la hora de hacer la compra, y no me entretengo escudriñando etiquetas para comparar los ingredientes de cada envase, sopesando aquellos menos nocivos para el colesterol o los triglicéridos, escogiendo los más fibrosos para acudir al baño inmediatamente después de su ingesta, ni calculando sus aportes calóricos o su contenido en medio abecedario de vitaminas, ni en concentración de probióticos…, sino que me lanzo al “sota-caballo-rey” de siempre.

Pero hace un tiempo, empecé a sospechar que algo estaba mal colocado en el supermercado: la primera fruta que me encontraba eran unos hermosos plátanos a por los que inmediatamente solía estirar la mano intentando encontrar una maza que tuviera menos de cinco (nunca piensan en los “singles” al embolsar la fruta). Pero veinte pasos más adelante, volvía a toparme con más plátanos, hasta que, escamado, descubrí que los primeros eran de Brasil y los segundos de Canarias; o sea, “los nuestros” tenían menos posibilidades de ser vendidos -al menos a clientes tan despistados como yo-. A partir de confirmar esta desafortunada ingerencia en la voluntad del consumidor poco atento, decidí prestar más interés por el origen de los productos y elegir aquellos que mejor apoyaran la producción local o, al menos, la más cercana. Así, casi tuve que desmontar una estantería para encontrar una lata de auténtico espárrago navarro; descubrí que las anchoas que creía vecinas de Santoña tuvieron acento chileno; de las seis clases de patata, sólo una provenía de nuestra Llanada; aquellas chuletas tan sabrosas, -y tan caras-, resultaron ser argentinas; los vinos de Rioja, la nuestra, se mezclaban peligrosamente con cualquier bebedizo californiano. Por no hablar de lo viajadas que están la verdura, la fruta o algunos pescados. ¿De qué sirve, me pregunto, tanto Label si nuestros productos se relegan a la segunda fila?

Eso sí, sigo sin tener claro a qué llaman ‘consumo responsable’: ¿a lo del espárrago navarro o a lo de los probióticos esos?

Fecha publicación: 13-III-2007

Listening To The Music:
HIDROGENESSE: Disfraz de tigre, 2007

06 marzo 2007

PROTOCOLO


No me referiré al de Kioto ni a aquellos que custodian los notarios, ni siquiera a los procedimientos médicos y formas de actuación establecidos para actuar ante determinadas catástrofes… Hablo de uno, más ceremonioso, que establece por decreto o por consenso social, ciertas reglas -o más bien artes-, que regulan formas de relación entre personas y, más concretamente, entre quienes representan a las instituciones.

Cualquiera que por su actividad, escala profesional o vida social, se vea en la necesidad de frecuentar despachos, negociar en reuniones o alternar con determinadas personalidades, precisa del dominio de ciertas claves relacionales, normas a veces no escritas o simple maestría para que la relación resulte lo más cortés, fluida y resolutiva posible. Desde la forma de saludar, sentarse de determinada manera y en el lugar adecuado, el uso de la palabra y del tiempo, hasta el atuendo o la actitud en el encuentro, son parte de esas destrezas de las que, en muchos casos, depende el éxito o el fracaso en una negociación.

Si ese contacto se produce entre quienes ostenten la representación de una institución, pública o privada, el cuidado habrá de ser máximo, pues de él podría depender la imagen de toda una corporación, pudiendo incluso poner en juego el éxito o el fracaso de futuras relaciones interinstitucionales.

Por eso, resulta significativo que del IX Premio Internacional de Protocolo, una de las seis medallas al mérito en protocolo y ceremonial, haya recaído en Josu Alberdi Aguirrebeitia, conocido vitoriano que ejerce tales funciones en el Ayuntamiento gasteiztarra. Tanto su solvente experiencia profesional, su habilidad negociadora y su trato personal de natural detallista, como el respeto por la labor de sus homólogos y la eficacia de su equipo son, sin duda, algunas de las cualidades que le habrán hecho merecedor de esta medalla; pero también y sobre todo, aptitudes que garantizan a la ciudadanía que nuestro Ayuntamiento, nuestra ciudad y sus enseñas, ocupen siempre el lugar que, a su representación, le corresponda.

Fecha publicación: 6-III-2007

Listen To The Music:
VANEXXA: Intro [Se rompe o se raja], 2006