24 octubre 2006

LEYRE


Este es el nombre elegido para una preciosa niña que acaba de nacer y cuya primera foto acabo de recibir en mi móvil; todo un símbolo de la evolución de los tiempos.

Hace pocos días celebrábamos un aniversario feliz: los 75 años desde que la II República aprobara el sufragio femenino, gracias a la vehemente elocuencia de Clara Campoamor. Hoy, aunque algunas mujeres occidentales hayan conseguido formar parte activa en la política, la empresa u otras parcelas ‘de poder’, paradójicamente, aún persiste la misma discriminación en casi todos los ámbitos de la vida, como si tantos años de reivindicación feminista precisaran aún de su acción, pues no han servido para que el hombre tome auténtica conciencia de su ineludible implicación. Éste, y no me excluyo, observa impasible éste avance paulatino de la mujer, con la distancia de quien piensa que nada tiene que ver con él, o en un alarde de progresismo, acuñando sólo para ellas, expresiones de tan inherente machismo como ‘conciliación de la vida laboral y familiar’, como si le fuera ajeno conciliarlas también a él.

Por fin, aunque aún sólo en su primera fase de análisis teórico, y casi exclusivamente en el ámbito de la sociología o la psicología, están surgiendo pequeños grupos de hombres que, aún cargando con la imagen de traidores, debaten sobre su forma de contribuir a la verdadera igualdad entre los géneros, a la par que luchan por ejercitar valores, hasta hoy vetados, que conformen una nueva masculinidad.

Leyre, por suerte, nunca tendrá que comportarse, estudiar, vestir o jugar como, obligadas, hicieron las chicas de otro tiempo, gracias a que aquellas mujeres, también su madre, y éstos hombres, dedicaron parte del siglo en romper anómalas desigualdades. Jugará al fútbol, si le gusta, será una apasionada de la carpintería o de la cuántica, o disfrutará acompañando a su padre a esperar las mejores olas sobre su tabla de surf; aprenderá a escuchar buen blues y quizás, hasta se anime a liderar un grupo de jazz tocando la trompeta; no en vano cumplirá los años el mismo día que Wynton Marsalis. Eso sí, a mí que no me revuelva los discos…

Fecha publicación: 24-X-2006
(Dedicado a Leyre De la Peña Palacios)

17 octubre 2006

WOODSTOCK


Aunque hayan leído más de una vez que no hay marcha en Vitoria, les aseguro que merece la pena salir de vez en cuando para asistir a cualquier divertimento –de cuerpo ó espíritu-, señalado en la densa agenda local, donde a pesar de lo dicho, podrán disfrutar de la ocasión de conocer, charlar y hasta reírse con gente de la que, media hora antes, desconocían su existencia.

Asisto en Artium a la inauguración de una exposición sobre la revolucionaria obra de Hannah Wilke, con un informático-estadístico; buen amigo y mejor conversador. Y allí, charlando con Itxaro Delgado, artista multifacética y encantadora mujer, conocemos a Iosu Alcaráz, un curtido personaje que acaba de formar parte de la expedición alavesa que ha clavado bandera en las cumbres de los Gasherbrum I y II en la cordillera del Karakorum (oeste del Himalaya). Me resulta casi inconcebible que haya quien encuentre placer poniendo al límite su vida tras enfrentar su condición física a la falta de oxígeno, a la nieve torrencial o al dolor del propio cuerpo, sólo por conocer lo que se siente sobre una de las cumbres más altas del mundo.

El grupo se completa con un colega suyo, Patxi Basabe, recién llegado del estudio donde ultima el montaje de Le protecteur, afrancesado cortometraje que acaba de dirigir y que trata, asómbrense, de un guardaespaldas que, de niño, fue amamantado por una loba. Relaja un poco que semejante argumento te lo cuente un parsimonioso guaperas cuyas sanas pasiones también se orientan a las surfeables olas del Cantábrico, y más, si añade que los actores son nada menos que Manu Elizondo, Juantxo López, Karra Elejalde, Ramón Barea, Gorka Aginagalde o mi admirado Txema Blasco.

Este curioso tándem comparte un mismo espíritu -quizás el quid de su amistad-, que no es otro que el de aquél mítico primer macrofestival de rock del que, en 1969, surgieron los hippies como movimiento contracultural y social, a quienes Iosu y Patxi, tanto monta, pretenden evocar en la Kutxi abriendo mañana en ocho el ‘Woodstock’, a donde acudirá, seguro, algún que otro personaje con singulares historias que compartir con Uds.

Fecha publicación: 17-X-2006

10 octubre 2006

ESTRELLAS



Hoy es un gran día; más para unos que para otros, -como casi siempre en la vida- y es que Elciego se pone de largo para inaugurar la nueva joya de la corona; y nunca mejor dicho, pues hasta Su Majestad viene a inaugurar el hotel con más estrellas en muchos kilómetros a la redonda. Mi amiga Ana asegura que en el pueblo, eufóricos por el acontecimiento, hace tiempo que llevan gafas de sol para protegerse de los rosados destellos de su resplandeciente cubierta.

Me río al recordar cómo hace unos años comentaba la osadía de este encargo de Riscal a Gehry, con un artista bohemio afincado en Madrid. Algo ruborizado, me respondió que su familia también había pedido presupuesto –como quien necesitara alicatar la cocina- a otro de los astros de la arquitectura contemporánea: Sir Norman Foster; el chaval resultó ser uno de los ricos herederos de otra saga de Bodegas riojanas.

Las expectativas puestas en este nuevo estandarte para nuestro turismo están más que garantizadas por la categoría de la avalada cadena que lo regenta, y la esperanza de que los esporádicos millonarios que cargaban su avioneta con los ricos caldos de la tierra, opten por sus esplendorosos aposentos para pernoctar. Incluso, y a pesar de que sus precios no sean para todos los públicos, seguro que más de una parejita recién casada reciba de sus amigos, el regalo de una noche de bodas en una de sus suites; algún japonés, de aventura por Europa, descubrirá en el mapa un nuevo lugar donde fotografiar ese nuevo contraste entre arquitecturas y epatar a sus amigos de vuelta en Yokohama; o tal vez, algún excéntrico ricacho de los de cuatro nombres de pila, invite a sus engominados amigos a una cena de ensueño regada con la añada de su nacimiento.

Seguirá habiendo, sin duda, lugares más discretos para solazarse en Álava, para que otras estrellas, como el mismísimo Lou Reed descanse sin ser visto en plena Llanada, o nada menos que Joanne K. Rowling, la multimillonaria autora de ‘Harry Potter’, decida pasar unos días en el anónimo domicilio vitoriano de una amiga de universidad.


Lástima que al final Brad Pitt no haya podido venir…

Fecha publicación: 10-X-2006

03 octubre 2006

APARCAR

No quisiera aburrirles relatándoles las malhumoraciones de un ciudadano –el menda- que tras circular durante hora y media buscando aparcamiento alrededor de su casa tuvo, por fin, que ingresarlo en uno de esos agujeros de vehículos donde uno consigue deshacerse del suyo, con lo que fastidia (con jota) pagar al salir, sobre todo suponiendo que como vecino de zona podría –por derecho- hacerlo gratis en superficie y a menos de 500 metros de mi portal.

La peatonalización del centro, y su cada vez más amplio aledaño, ha conseguido que de las casi treinta calles de mi zona en las que podría aparcar, queden ya menos de diez, que cuentan además con cada vez más espacios de carga y descarga, triples filas junto a colegios, o múltiples contenedores en espacios que computan de aparcamiento.

La apertura de garajes públicos es, irremediablemente, la única solución –a la par que la más rentable para las arcas municipales-, por lo que su construcción es, y debería seguir siéndolo, prioridad en las almohadas de nuestros principales concejales. Así, con cierta envidia por su primicia -y añadiendo cosecha propia-, alabo la sugerencia de un edil de convertir la Plaza de la Virgen Blanca en una gran vía subterránea –desde Prado hasta Olaguíbel- que cuente, además, con un gran parking –el más grande de la ciudad- que abarque toda la superficie existente entre la plaza de la Virgen Blanca y la trasera de Correos, y que tras unirse al aparcamiento que se está construyendo ante la Subdelegación y a otro nuevo que pudiera surgir bajo San Francisco, emerja a la altura del cruce con Fueros. Si a eso añadiéramos la unión por subsuelo de los aparcamientos de Santa Bárbara y Dendaraba, resultaría la solución que esta ciudad lleva necesitando desde hace 20 años.

Tras años de engorro –ya olvidados-, ciudades limítrofes cuentan ya con soluciones reales a su caótica circulación que, por mucho que las autoridades se empeñen en restringir, seguirá existiendo –también por el centro- por siempre jamás.

Hoy es mi día para soñar…

Fecha publicación: 3-X-2006