25 abril 2006

DESNUDO PÚBLICO Nº 1


Si Miguel Ángel, Rubens o Goya levantaran la cabeza mientras pintaban o esculpían alguno de sus desnudos, no darían crédito al comprobar que su colega Spencer Tunick hubiera conseguido dirigir, de forma legal, la voluntad de 1200 personas para posar desnudas para él. Artistas de todas las épocas, han tratado de expresar la comunión existente entre cuerpo y arquitectura, individuo y colectivo… y analizar la estética de desnudos alejados del canon, mostrar a cada individuo como un único, o conjugar perfomance y arte. Algo así, supongo, es lo que vino buscando Tunick este pasado sábado en el Kursaal.

Aún no sé por qué decidí acudir al posado. Ni siquiera sé si me reconoceré en alguna de las instantáneas que realizó. Sólo puedo asegurar que acabó siendo una experiencia inolvidable para quienes participamos. Quizás fuera la sorpresa de encontrarnos a nosotros mismos, a la esencia de lo que somos; sin rubor, sin vergüenza, sin pudor, junto a un millar de cuerpos, casi idénticos, formando la masa que deambuló por el bello edificio de Moneo. O quizás, el orgullo de haber participado en una obra de arte, de ser un matiz en un cuadro, uno más de sus brochazos color piel.

El consistorio donostiarra estará encantado de haber invertido en difundir internacionalmente Kursaal y Zurriola a través de las grandiosas instantáneas que realizó el artista. Sabiendo que, dada su celebridad, suelen ser las Instituciones publicas o privadas quienes le invitan a realizar uno de sus trabajos en la localidad, nos preguntábamos si esto hubiera sido posible en Vitoria. Pienso, con tristeza, que el pudor vitoriano hubiera impedido juntar ni a unas pocas docenas de personas dispuestas (aunque algunas centenas se hubieran arremolinado para mirar); eso sí, la conjetura acabó en risa, sólo de imaginar que ni siquiera nos hubiéramos puesto de acuerdo proponiendo un espacio urbano donde hacerlo.

Fecha publicación: 25-IV-2006

18 abril 2006

TRÁFICO PESADO


A pesar de las tenaces campañas publicitarias de Tráfico, en el momento en que les escribo, la Semana Santa se ha saldado con 101 personas fallecidas en 84 siniestros, y aún podrían superar las dramáticas cifras del año pasado.

Habría que suponer que estamos suficientemente aleccionados de la importancia de conducir de forma segura y responsable. Sin embargo, las Administraciones Públicas, ya no saben qué hacer para atajar el problema: se construyen nuevas carreteras con más carriles y mejores condiciones de asfaltado y señalización o se reparan eliminando puntos negros; se incrementa la vigilancia apoyándola con innumerables radares para control de velocidad; se distribuyen unidades móviles para trasladar heridos con mayor rapidez; se adoptan medidas de control de vehículos pesados o con cargas peligrosas… Una de las medidas que adoptó el Gobierno Vasco, ya en 1997, fue la prohibición de circular en domingos y festivos a los vehículos de más de 7.500 kilos, eliminando con ello, los riesgos y temores que pueden provocar especialmente en aquellas carreteras atestadas por viajeros de fin de semana o vacaciones. Es evidente que con esta medida se han reducido los riesgos de accidente de forma drástica.

Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, respondiendo a un recurso del Gobierno de Cantabria, pretende anular dicha medida, argumentando intromisiones de índole competencial. El presidente cántabro, contento con la resolución del Tribunal, alude únicamente a los intereses del sector empresarial del transporte con la demagogia y hasta la irresponsabilidad de quien desoye las nada arbitrarias tendencias de la legislación continental. Hasta el sindicato de transportistas autónomos HIRU, apoya la normativa vasca que, al igual que la europea, defiende además, su propio bienestar.

Fecha publicación: 18-IV-2006

10 abril 2006

LA GARDUÑA DE OTAZU

Ocho de la tarde de un jueves: típico día para inaugurar exposiciones. Se trata, ésta vez, de la obra gráfica de Keith Haring perteneciente a la colección de un magnate suizo. Tras la muestra, -estupenda-, y como ocurre tras eventos similares, me marché con un atípico grupo formado por una mezcla de personas clasificables como amigas íntimas, amigas a secas; conocidas de vista, que te suenan de oídas, y, por último, las que no te suenan de nada.

Una de ellas, no importa su categorización en este ranking, pero artista de renombre, nos relató cómo, trabajando en su estudio de Otazu, escucha sobre su cabeza los ruidos de animales que, durante años, creyó pájaros. Un día, sin embargo, un lento reguero de cierto líquido asomó desde el techo; -los pájaros no mean-, se dijo desconcertada, recordando un dicho propio de la sabiduría de su madre. El relato, a partir de aquí, surgió fascinante: el análisis de aquél líquido en un laboratorio desveló que se trataba de una Garduña, animal similar al visón, también en peligro de extinción. La aparición de un ejemplar muerto, víctima de un atropello frente a la puerta del caserío, obligó a su traslado al Centro de Estudios Ambientales para su completo estudio. Ahora, por lo visto, se afanan en averiguar por dónde acceder a la entrecubierta para recogerlas y ofrecerlas protección.

De aquella fascinante conversación de ferviente amante de la naturaleza -tanta como su sólida obra-, alguien continuó con la descripción de otro hecho insólito: la existencia de rieras pluviales naturales, sobre la roca viva de la colina de nuestra ciudad, y que se pueden visitar gracias a que el insigne arquitecto Olaguíbel las preservara al construir los Arquillos.

Ya me dirán si no es apetecible salir un jueves, si consigues aliar naturaleza y arte, cultura, ocio y amistad; pura sinergia.

Fecha publicación: 11-IV-2006

04 abril 2006

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Aunque el título de este artículo pudiera parecer un error de imprenta, créanme que he pretendido mostrarles la importancia de un signo gráfico con mayor enjundia de la que pudiera parecer: el punto. Ya ven que se puede utilizar para marcar una parada y siguiendo el mismo párrafo; o con sólo añadirle la coma, puedo seguir explicando un nuevo matiz, o por darle mayor énfasis al cambio, señalándolo como final y aparte.

Se usa también como muletilla en numerosas expresiones: cuando algo se encuentra en su mejor estado, se dice que está en su punto; si alguna ocurrencia resulta de popular ensalzamiento, a esa genialidad la llaman puntazo; cuando algo se sale de la media marcando tendencia, es puntero; o si resulta vital y trascendente, se trata de un puntal. Hay cosas y personas que, sin saber por qué, gustan a todo el mundo y es porque tienen su puntillo; la puntilla, por el contrario, es aquello que remata alguna faena o acaba por fastidiarlo todo. Fíjense hasta qué punto, (me ha salido sin querer) que hasta se utiliza comercialmente: una emisora de radio se ha identificado con esta palabra y hasta mi coche se llama así; y no hablemos de aquél que los sexólogos apodan "G".

¿Y qué punto le ha dado a este tío?,-se preguntarán ustedes- llegados a este punto. Todo viene tras este fin de semana tan futbolero y primaveral que hemos vivido, y a cuenta del riesgo de descenso que mantiene en vilo a los tres equipos vascos. El sábado me tocó sufrir el éxito de la Real, cenando en una taberna giputxi con el partido en directo y soportando los gritos de los comensales en las jugadas de peligro o cada uno de sus tres golazos. Y este primaveral domingo, además del de Fiz, pudimos disfrutar del gran maratón de hinchas rojiblancos dispuestos a arrebatar el protagonista de este artículo: el dichoso punto que acabamos por regalarles. ¿Quizás nos faltó puntería? Vale, mejor pongo punto en boca.

Fecha publicación: 4-IV-2006