26 diciembre 2006

LA MAGIA DE LA NAVIDAD



Para cuando lean esta columna ya habrán pasado el “primer asalto” de lo que hoy se entiende por Navidad. La cena de nochebuena habrá sido, y así se lo hubiera deseado, un momento de animado encuentro familiar alrededor de la mejor mesa, los villancicos -previsiblemente televisados-, y el inevitable reparto de regalos, pues si hasta en Bagdag, tras años de guerra imperialista, ya son capaces hasta de vender navidad disfrazados de Papá Noel, no dudo que en sus casas, habrán podido recibir alguno del Olentzero, de Santa Claus o, directamente, de su amigo invisible.

Cualquiera de los objetos que han recibido, no lo duden, estará imbuido del cariño de quien se lo regaló, pero también del eficiente marketing que se afana en vender aquéllos productos diseñados desde los despachos de las multinacionales, ex profeso, para estos días. No tienen más que encender sus televisores, con libreta y lápiz como yo en estos momentos, para apuntar las frases con que los publicistas aleccionan nuestros subconscientes; a base de repetir incansables cantinelas aparentemente inofensivas podrán empalagarse con eslóganes como “escapar del mundo”, “mejor cuanto más cerca”, “es fácil triunfar”, “el placer más duradero”, “el futuro ha llegado” o “puedes volar”, que sirven para vender tanto un perfume, como un reloj, un mando para el videojuego o un helado.

Todas reflejan sensaciones que aluden a ambiciones humanas y se identifican con los sueños propios de quien tras analizar su paso por las doce últimas páginas del calendario se obliga a lograr la felicidad durante las doce siguientes. Puede que en esto consista la magia de la Navidad, y en no plantearse si para ser feliz, son necesarios el reproductor de mp3, alguno de los cientos de perfumes de slogan afrancesado o cualquiera de los cuatro millones de móviles que se van a vender durante estos días. Si tampoco se convence de que el espíritu de la Navidad ha llamado a su puerta, concéntrese en alguno de los cincuenta millones de mensajes de móvil enviados durante la nochebuena. La magia es comprobar que alguien, en la distancia, se acordó de Vd.

¡ Vaya, por hablar, acabo de recibir uno de Rafa Fuentes !...

Fecha publicación: 26-XII-2006



19 diciembre 2006

ACOGIDA


Si en algo ha evolucionado positivamente la sociedad moderna es en la protección de su infancia, aunque desgraciadamente aún se aplique mayor rigor en garantizar los derechos de unos que de otros, en función de su origen, etnia o religión. De la misma forma que aquí nos resultaría aberrante que un niño de 11 años trabajara 10 horas en un taller, no parece preocuparnos que las carísimas zapatillas que nos regalemos estas navidades, las haya fabricado un niño asiático de esa edad (aunque éste sea otro tema).

La sociedad, y las instituciones públicas a su cabeza, se afanan en procurar que el crecimiento de los menores se desarrolle en el mejor entorno posible, ya sea en su propio círculo familiar o, si esto no fuera posible, proporcionándoles el mejor acomodo en familias sustitutivas o en hogares institucionalizados. En casos de desprotección, la adopción resulta una de las figuras más arraigadas a la que muchas personas recurren para ofrecer una posibilidad de vida a muchos niños y niñas necesitados de amparo, en especial a quienes en sus países de origen viven las consecuencias de la guerra, la pobreza o el abandono. Son cada vez más los alaveses que lo son, gracias al esfuerzo realizado por hombres y mujeres que optan por esta vía para ofrecerles mejores condiciones de vida y el cariño de un hogar.

En nuestro entorno, sin embargo, existen también muchos menores que por diversas circunstancias no pueden ser debidamente atendidos por su familia biológica o tutora durante un indeterminado período de tiempo. Es aquí cuando, ante la necesidad de buscarles un entorno adecuado, temporal o definitivo, las instituciones se topan con mayores dificultades. Pocas personas están dispuestas a ofrecer un hogar, manutención, educación y cariño a unos niños, niñas y adolescentes que deben seguir manteniendo el vínculo con su familia de origen para acabar, incluso, volviendo con ella. Las familias de acogida, con su entereza y entrega desinteresada, demuestran estar a la cabeza en el hipotético ranking de la generosidad, y constituyen todo un ejemplo para nosotros, solidarios de limosna navideña.

Fecha publicación: 19-XII-2006


12 diciembre 2006

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Muchas gracias por vuestro apoyo

FANTCORTADA


Quien me conoce, sabe de mi irregular interés por el cine y de la pereza que me produce acudir en cuadrilla como parte del clásico programa de las tres “c”: cena, cine y copas. De vez en cuando, como ésta vez para dar por concluido el largo fin de semana, prefiero premiarme acudiendo a la última sesión del domingo para ver, en riguroso pase privado, la última entrega del ‘Agente 007’. Asistir a una película con el cine completamente vacío, créanme, resulta más excitante aún si puedes gozar para ti solo de este nuevo galán rubio, elegido para continuar la saga que iniciara Sean Connery hace la friolera de… tantos años como servidor.

Sin embargo, ayer lunes, y a una hora similar, el mismo cine estaba abarrotado. Se trataba, ésta vez, del Festival de cortometrajes FANTCORTADA que, en su primera jornada, presentaba en sesión doble la sección oficial a concurso y que continuará su programa hasta el jueves. El público, estoy convencido, no acudía únicamente porque se tratara de un festival, ni porque éste garantice su calidad por la avalada solidez de su trayectoria, sino sobre todo porque el propio metraje de las películas hace, al público, más atractivo su cartel.

El éxito del cortometraje, todo un género en sí, demuestra que para llegar a obra de arte, no se precisa de grandes presupuestos, ni de intérpretes de relumbroso estrellato, ni siquiera de los sonados derroches en difusión publicitaria. Apenas una breve pero buena historia, un director solvente y un plantel de convincentes actores, se puede hacer gran cine de pocos minutos. Y el público lo aplaude con su presencia, como quedó demostrado ayer. Lo que no acabo de entender, es la razón por la que aún no se haya regulado por ley su exhibición permanente en el circuito de distribución y exhibición cinematográfica. ¿Tanto costaría destinar una de las salas de un multicine a éstas sesiones o, al menos, sustituir la media hora de publicidad previa a un largometraje por un par de buenos cortometrajes? Nos vemos en el cine.



Fecha publicación: 12-XII-2006

05 diciembre 2006

A FAVOR


Me enfrento a la blancura del papel que dibuja la pantalla de ordenador, planteándome enredarme con algún tema sobre el que mi opinión, mi duda o mi personal análisis les pueda acompañar el desayuno, tratando de no traspasar la imaginaria línea editorial que mi intuición marca para definir la de este Diario. Sin embargo, y quizás no sea ésta la última vez, optaré por obviarla con la confirmada seguridad de que en estas páginas, cualquier pensamiento es libre y el respeto de los lectores garantizado.

Quien me conozca mal, pensará que siempre adopto la postura del cómodo, la decisión de lo fácil, o la respuesta de lo correcto. Hay veces, sin embargo, que me resisto a comulgar con ideas que aparecen mayoritarias, y me alejo de lo políticamente correcto y lo convencionalmente progre. No es cierto que el que se calla no tenga opinión, pero sí que quien más alto la grita, consigue siempre hacernos creer que la suya es la más secundada; y estoy cansado de que en esta ciudad haya minorías que, con tendenciosa intención, se autonombran portavoces de reivindicaciones atribuidas a una intangible mayoría.

Pues sí, estoy a favor de la implantación del tranvía, súper-a-favor del tren de alta velocidad y de las autopistas de seis carriles; de las rampas mecánicas del casco viejo y de que trasladen el Gaztetxe a un lugar en que quepan todos; de que se cree una Fundación para financiar Iruña-Veleia; de que quiten el monumento a la Batalla de Vitoria y prohíban las corridas de toros; de que sean los ciudadanos quienes elijan la ubicación del Auditorio; de que suspendan las subvenciones al Glorioso hasta que Piterman se vaya; de que derriben la estación de autobuses y empiecen de una vez a soterrar el tren; de que multen a quienes no ocupen las VPO obtenidas por sorteo y permitan convertir en vivienda las lonjas comerciales; de adelantar las fiestas de la Blanca; de sustituir el gratis total por el precio simbólico...

¿Creen que se me ha ido la olla? Probablemente tengan razón; quizás sea ésta gripe tan inoportuna.

Fecha publicación: 5-XII-2006