19 diciembre 2006

ACOGIDA


Si en algo ha evolucionado positivamente la sociedad moderna es en la protección de su infancia, aunque desgraciadamente aún se aplique mayor rigor en garantizar los derechos de unos que de otros, en función de su origen, etnia o religión. De la misma forma que aquí nos resultaría aberrante que un niño de 11 años trabajara 10 horas en un taller, no parece preocuparnos que las carísimas zapatillas que nos regalemos estas navidades, las haya fabricado un niño asiático de esa edad (aunque éste sea otro tema).

La sociedad, y las instituciones públicas a su cabeza, se afanan en procurar que el crecimiento de los menores se desarrolle en el mejor entorno posible, ya sea en su propio círculo familiar o, si esto no fuera posible, proporcionándoles el mejor acomodo en familias sustitutivas o en hogares institucionalizados. En casos de desprotección, la adopción resulta una de las figuras más arraigadas a la que muchas personas recurren para ofrecer una posibilidad de vida a muchos niños y niñas necesitados de amparo, en especial a quienes en sus países de origen viven las consecuencias de la guerra, la pobreza o el abandono. Son cada vez más los alaveses que lo son, gracias al esfuerzo realizado por hombres y mujeres que optan por esta vía para ofrecerles mejores condiciones de vida y el cariño de un hogar.

En nuestro entorno, sin embargo, existen también muchos menores que por diversas circunstancias no pueden ser debidamente atendidos por su familia biológica o tutora durante un indeterminado período de tiempo. Es aquí cuando, ante la necesidad de buscarles un entorno adecuado, temporal o definitivo, las instituciones se topan con mayores dificultades. Pocas personas están dispuestas a ofrecer un hogar, manutención, educación y cariño a unos niños, niñas y adolescentes que deben seguir manteniendo el vínculo con su familia de origen para acabar, incluso, volviendo con ella. Las familias de acogida, con su entereza y entrega desinteresada, demuestran estar a la cabeza en el hipotético ranking de la generosidad, y constituyen todo un ejemplo para nosotros, solidarios de limosna navideña.

Fecha publicación: 19-XII-2006