07 noviembre 2006

PAPERS



En estos tiempos, el Currículum Vitae acaba siendo el auténtico documento de identidad para todo aquél que se postule en busca de puestos de alto nivel. Para optar a éstos, no basta con una carrera universitaria, -a veces hasta dos son insuficientes-, sino que hay que completarlo con largos listados de masters de postgrado, tesis doctorales, cursos formativos de todo tipo realizados a ser posible en el extranjero (y en inglés, por descontado), así como proyectos de investigación completados y avalados con su correspondiente publicación en revistas especializadas –los famosos papers-, comunicaciones presentadas en congresos, sin olvidarse de los idiomas dominados y su nivel en forma leída, escrita y oral, así como el desglose de una ‘vida laboral’ convenientemente justificada mediante contratos e informes de recomendación que completen, fehacientemente, la capacidad profesional de la persona candidata.

Tengo un amigo a quien admiro sinceramente cuyo único currículum es, sin embargo, ser él mismo. Justo sería decir que, con el tiempo, ha tenido que ir formándose para los distintos puestos que lleva ejerciendo desde que le conocí hace unos 15 años. Entonces, se afanaba con gran habilidad en la reparación de calzado en un pequeño puesto, en el interior de un centro comercial. Allí debió empezar a perfeccionar su innata capacidad para el trato con el público; su clientela le confiaba no sólo su calzado, sino que le empujó a crecer profesionalmente en campos vinculados a las ventas y a la estética.

No les voy a aburrir relatándoles toda su larga trayectoria; sería suficiente con saber que hoy es uno de quienes optan a dirigir, con grandes posibilidades de conseguirlo, el departamento de ventas de ámbito nacional (y Portugal) de una importante multinacional dedicada a la alta cosmética.

La vida enseña muchas cosas, y vivirla con seis sentidos, muchas más. Desgraciadamente, muchas de ellas jamás podrían aparecer reflejadas en uno de esos Currículos, pues la integridad personal, el sentido del deber y el sacrificio, la capacidad de mantener solventes equipos, y las invaluables cualidades inherentes a la personalidad, entre otras cosas, nunca tuvieron capítulo en su redacción.


Fecha publicación: 7-XI-2006