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Son tres, nada menos, las décadas que cumple nuestro ‘international jazz festival’ de Vitoria-Gasteiz. Ocurrió allá por el 77 de un siglo ya superado cuando un grupo de aficionados llamado Jazzteiz organizó cuatro conciertos en el polideportivo de Landázuri. Dos años después, en su tercera edición, la entidad financiera que aún hoy continúa apoyándolo y el Consejo de Cultura dirigido por Pedro de Sancristóval, se lo encargaron a Iñaki Añúa. Desde entonces, junto con la junta directiva que preside y con Blanca Sanz como ayudante, ha trabajado para conseguir colocarlo entre los de mayor nivel europeo.
Seis han sido los lustros precisos para consolidarlo como el evento de carácter más internacional del que pueda alardear nuestra provincia, desde que se convirtiera en anfitriona de las estrellas más rutilantes de la historia mundial del jazz. Muchas de ellas han repetido viaje a sabiendas de que esta ciudad y su público les recibiría con el calor de la primera vez, incluso han llegado a afianzar amistad con gentes de esta tierra.
Diez han sido los trienios trabajando en consolidar una fórmula basada en invitar siempre al músico más sólido con su propuesta más vibrante; en propiciar inusuales uniones de músicos aparentemente dispares; en sorprender la medianoche provocando jam sessions inolvidables; en caldear las calles con marching bands procedentes de su originaria New Orleans; en invertir en la educación de futuras promesas con el Seminario más prestigioso, y en mostrar, y a veces inducir, la propia evolución del jazz gracias a la sección Siglo XXI, adelantándose al camino que tomarán los futuros compases improvisados.
Han pasado ya treinta años agasajando al músico con la paciencia de quienes, por pasión, han trabajado voluntariosamente en su organización; de haber conseguido inscribir el nombre de nuestra ciudad en las historias personales de muchos músicos que lo han paseado por el mundo; y sobre todo, de cautivar a un público local y foráneo que, con el tiempo, se ha convertido en el más cultivado del jazz.
Por tantos años de éxito: felicidades a la organización y a su ciudad.
Sin embargo, a la par que su Festival, la propia ciudad y sus agentes privados, siempre han tratado de estar a la altura de su evolución: en el mes de julio, las instituciones se implican económicamente, las calles se engalanan, el ambiente callejero es casi festivo y el público acude motivado también por la variada programación de diversos locales de la ciudad. Sin embargo, si a la iniciativa privada ya le resulta suficientemente osado anunciar conciertos durante los días previos o, incluso, durante la celebración del propio Festival, a buen seguro se le antojará impensable arriesgarse a programar un directo fuera de la temporada veraniega. Se hace preciso, además de la imprescindible implicación del público, un profundo debate que implique a todos los agentes involucrados (músicos, locales, programadores, patrocinadores, discográficas, etc.), con un objetivo orientado a consolidar la nuestra como la auténtica capital del jazz.
Fecha publicación: Suplemento Jazz - Julio 2006
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