13 junio 2006

13 Y MARTES...

A punto estamos de ver cumplirse el primer año de la plena igualdad jurídica que, con la reforma del Código Civil, autorizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. En un momento de verdadera crisis de la pareja en general, quien se empeña en criticar aquella revolucionaria reforma de la ley, se equivoca de pleno al asegurar que han sido pocas las parejas que han formalizado su unión. Prueba de ello es la entrevista con el juez de moda, Fernando Grande-Marlaska, entrañable y emotiva a mi juicio, que este fin de semana ha visto la luz en un conocido medio escrito de comunicación. En ella habla en primera persona, por primera vez, de su reciente matrimonio con otro hombre, y de las dificultades que tuvieron que vivir para que lo aceptara su propia familia.

Resulta particularmente entrañable al referirse a su pareja como "marido", por la dificultad –también para ellos- de utilizar con naturalidad ese término que, junto con los derechos, también les había sido negado. Obligarse a dar a cada cosa su nombre, negándose a utilizar subterfugios, sirve para el nada fácil objetivo de apropiarse de aquellos espacios conquistados a base de dura pugna, ganar en dignidad y autoconfianza, pero además, para servir de ejemplo y modelo para generaciones futuras.

Hace unos días el colectivo gay Gehitu concedía su anual premio de hojalata -el negativo- a una serie de magistrados que se habían negado a aplicar la Ley, obstruyendo el derecho de varias personas a contraer matrimonio con sus parejas del mismo sexo, por lo que esta entrevista de Grande-Marlaska resulta especialmente significativa; no sólo por lo pedagógica –como él mismo asegura-, sino también por el reto que subyace a los magistrados del Tribunal Constitucional pendientes de resolver el Recurso de Inconstitucionalidad de dicha Ley. Veremos si optan por confirmar su ‘sí quiero’, o resuelven para que "…ni te cases ni te embarques".

Fecha publicación: 13-VI-2006