SOLERA
Un año más, y van 35 las ediciones que cumplirá el festival de jazz de más solera de nuestro entorno; extiéndanse dicha amplitud geográfica a la dimensión que a cada cual le parezca, aunque en cuanto a lo de la solera, no tendrán más remedio que ceñirse a su estricto significado: carácter tradicional, usos, costumbres… Y es ésta, quizás, la característica que más separa a sus amigos de sus conocidos (enemigos, afortunadamente, no tiene); quienes acuden fieles con la esperanza de ver un programa plagado de conocidas estrellas del mainstream, de satisfacción garantizada, o quienes se lamentan de no encontrar sonidos más arriesgados e innovadores, alejados de auditorios tan populares. Y es que el punto medio, la equidistancia o el equilibrio son siempre difíciles de conseguir, y en ello consiste la labor de sus buenos programadores. De todos modos, donde existe crítica es porque hay interés; a otros festivales no se les cuestiona nada pues hace tiempo perdieron gran parte de su horizonte.
Sin embargo, no sería digno de una buena afición el quedarse a la espera de ver qué traen los del festival grande, sin aprovechar para degustar las muchas y cada vez mejores oportunidades que tenemos en nuestra capital para ver buenos conciertos u otras actividades paralelas. Mientras escribo esto nos encontramos en plena vorágine del Jazzaharrean, que en su sexta edición ha ampliado notablemente sus escenarios y propuestas (Corn Fakes, Verónica Ferreiro, Mursego, Gnaposs, La Fank Fea, Acoustic Glorious, Playa canalla, sesiones de cine … y many more). Y es que, me lo van a permitir, me atrevería a retar a cualquier vecino de nuestros límites más cercanos a que, con programas en la mano (aunque con el medidor de aforos apagado), me intente demostrar que Vitoria-Gasteiz no es la capital en la que más conciertos de todo tipo se organizan durante el año. En pocos años hemos pasado de tener casi únicamente los escenarios municipales a contar con multitud de locales, principalmente hosteleros, que se atreven a plantar un cartel de conciertos casi semanal. Hasta el punto de que no pocas veces quien suscribe, haya tenido que marcar en la agenda las distintas alternativas para acabar eligiendo, casi a sorteo, en el último minuto. Y si esto les parecía poco, hay quienes se han dedicado a organizar mini‑conciertos en su apartamento...
Visto el interés constatado por este público, real y tangible, no hubiera venido de más haber pulsado su opinión a la hora de definir el Proyecto del “BAI-si”. Creo que es obvio que nuestra ciudad necesita de un escenario mayor que el del Principal, donde cualquier Sinfónica –un ejemplo- pueda sentarse en condiciones ergonómicas normales (bastaría con uno en que los trombones no tengan que soplar de lado); por no hablar de lo exiguo de su aforo, que obliga a comprar las entradas con meses de antelación sabiendo que se agotan en diez minutos. Pero sería cuestionable que todo ese público antes citado, se traslade al nuevo auditorio así porque sí. Después de todo, ¿tan descabellado es pensar en que quienes habitualmente pagan su entrada en toda clase de eventos, deberían intervenir como protagonistas en un debate que, años después, cuenta con más de un proyecto y ubicación, y un porrón de millones tirados a una basura no reciclable?
Siento haberme ido por las ramas; creo que tengo que hablarles de Jazz. Algo que me sorprende y decepciona profundamente a la vista del programa 2011, es la casi absoluta falta de representación femenina sobre sus escenarios. Y no será por la cantidad de fantásticas cantantes, pianistas, etc… que se encuentran de gira en estas fechas. Por eso, quiero mencionar expresamente a Begoña Divar, clarinete y voz de la B3 Dixieland que junto a los chicos de Hot Wok, una de nuestras bandas locales de mayor proyección, completarán la jornada dedicada a inaugurar el festival, esta vez a resguardo de inclemencias bajo el techado de Mendizorrotza. Tampoco sería un auténtico grupo de Gospel, el de Craig Adams, si no contara con las tremendas voces de tres damas de Nueva Orleáns (Dale Blade, Christina Perrier y Angélica Joseph), que podremos escuchar el lunes. Y no volveremos a ver a otra dama pues, al parecer, y a la vista del programa de mano, Danilo Pérez no se hará acompañar de Sara Serpa, cantante portuguesa presente durante su última gira internacional. No por ello, deja de ser interesante el resto del programa, con noches de auténtico lujo, como el tributo a Miles Davis, en el vigésimo aniversario de su fallecimiento, a cargo de Herbie Hancock, Wayne Shorter y Marcus Miller; el regreso del entrañable Michael White y de Michel Camilo. Contaremos también con el descubrimiento para el público alavés del bajista americano (con toque europeo) Kyle Eastwood, el deslumbrante violinista Nigel Kenedy (aunque su estilo no tenga nada que ver con Stephan Grapelli), o el marchoso de Troy Andrews, alias ‘Trombone Shorty’. Destacable también, sin duda, la presencia de Rubén Blades en Mendizorrotza, objetivo que –me consta- ha costado años conseguir. Y quien suscribe, no puede olvidarse de Jamie Cullum, quien regresa a su primer escenario de jazz bajo el Pirineo, tras conseguir con el trinomio ‘música-letra-espectáculo’ batir todos los récord de audiencia en el mundo del jazz. La presencia de José James, en la primera parte del día Cullum, a pesar de considerarme fiel incondicional, no la considero acertada, pudiendo haber optado por invitar, por ejemplo, a Aṣa, una artista franco-nigeriana que está batiendo marcas en nuestro país vecino. Del resto del programa cabe destacar sin duda, la presencia de nuestro bajista Gere, in konexion con Lou Marini al saxo en el escenario del Principal; así como el seminario a cargo del gran pianista y filántropo en la lucha contra el sida, Fred Hersch, a quien también podremos ver en el Principal demostrando el arte de quien fuera maestro de uno de los pianistas favoritos de nuestro festival: Brad Mehldau.
A media noche, para los amantes de un jazz de club, y a dos zancadas de Mendi, podremos disfrutar en el Hotel Jardines de Uleta del genial pianista Gerald Clayton, un músico innovador con gran respeto por la tradición; no en vano le comparan con Oscar Peterson y ha grabado con Diana Krall o Roy Hargrove. También podrán disfrutar de las tradicionales sesiones del NH Canciller, esta vez a cargo de la banda de Mitch Woods and His Rocket 88s, que nos amenizará las veladas con sus adaptaciones de la música americana de mediados de siglo (del XX), así como de Eric Reed, a quien conociéramos acompañando a Wynton cuando aún necesitaba del permiso paterno para viajar, hoy ya consagrado artista con el indeleble sello que imprime la “factoría” Marsalis.
Y para quienes puedan darse un garbeo a medio día, la apuesta más puntera seguirá estando en Falerina en la programación de Jazz Terrace, donde les recomiendo cada una de sus jornadas, aunque sólo me quede espacio para mencionar al concierto de la Banda Municipal dirigida por Raúl Romo “hotwok”; la Banda de la magnífica bajista Giulia Valle, que representó al jazz catalán en el Midem de 2010; el inclasificable trío formado por un vasco, un francés y un norteamericano (y no es un chiste) llamado Elkano Browning Cream; la fusión más funky-pop a cargo de Fuel Fandango y la más rabiosa vanguardia, propuesta conjunta del genial baterista Marc Ayza y el Dj Helios, llamada Beat'A'Boom.
Y llegados hasta aquí, no nos queda más que animarles a confeccionar su propio programa, disfrutar de su exquisita oferta, y seguir -en este Diario- sus reseñas diarias. Vitoria, es ya, capital de la música.
Joseba M. Garitano Iriondo
Etiquetas: JAZZ