16 enero 2007

Sor ASUNCIÓN


Si la enseñanza religiosa es un tema de actualidad, quizá sea porque este país ya no “comulga” -al menos oficialmente- con ninguna fe concreta, permitiendo la existencia libre de todas y la opción individual por cualquiera de ellas; pero cuando se propone un modelo laico de enseñanza pública el conflicto está servido entre quienes entienden que la edad escolar es la propicia para inculcar los valores pregonados por sus biblias.

Mi relación con la religión ha sido, por épocas, un tanto amorfa; casi tanto, como la que mantiene la jerarquía católica para con sus sufridos fieles. Reconozco que mi educación, desde la edad preescolar hasta la adolescente, la dirigieron monjas al principio y clérigos al final, y si tuviera que elevar veredicto de aquella etapa tengo que reconocer que fui feliz en sus justos términos. Eso sí, aprendí más de la actitud de mis maestros, que de su doctrina.

Con apenas cuatro años cumplidos, mi primera maestra, Sor Asunción, me castigó llevándome a la clase de los mayores (los de 5 años) porque me había chivado –a grito pelado, eso sí- de que una compañera me había emborronado el dibujo que estaba haciendo con gran esmero. Nunca entendí que aquella mujer de aspecto tan afable pudiera castigarme a mí y no a la grafitera, pero aprendí para siempre a no ser un soplón.

Visité a las monjas treinta años después y descubrí a Sor Asunción, bajo la misma cofia y con aquella cara de buena, relatándome aquella escena con la misma nitidez con que yo la recordaba. Para entonces, ya no se dedicaba a cuidar de niños revoltosos sino que acudía a diario a una residencia de personas mayores para hacerles la vida un poco más dulce.

He descubierto que hombres y mujeres como ella, -a diferencia de quienes perviven, tras una reja, dedicadas únicamente a la santa oración-, fueron quienes, con su ejemplo altruista de entregada dedicación y su trabajo en condiciones de máxima pobreza, me enseñaron alguno de los pocos principios sólidos que, probablemente sin éxito, me afano en mantener.

Fecha publicación: 16-I-2007


(dedicado a Sor Estellita, la señorita Montse, Sor Blanca, Sor Arantza y a la memoria de Sor Asunción)