14 junio 2005

JUAN LUIS. GOIAN BEGO

Me van a perdonar, queridos lectores, que convierta hoy mi Do Bemol en panegírico a una persona que ya no está con nosotros. No puedo decir que fuéramos amigos, o que nos conociéramos de toda la vida, ni siquiera que su vida hubiera transcurrido paralela a la mía. Sólo puedo hablar de su mirada, sincera, pacífica, conciliadora. De su actitud ante la vida, serena, paciente y positiva. O su sonrisa, siempre dispuesta a regalarse, afable y cercana. En realidad, debo decir que lo conocí más por su huella, por su dedicación a los demás, que por él mismo. Su batalla era diaria, como la de todos. Luchó por que nuestra diferencia nos uniese, nos hiciera iguales. Trabajó para que nuestros derechos fueran los de todos, y los de todos, los nuestros. En silencio, sin gritos, con actos.

Juan Luis, durante tu despedida en Oñati, entendí que debiste ser un hombre de fe, tan difícil hoy en día. Allí estaban tu familia, tus amigos de infancia, tus compañeros de trabajo y los de pancarta, tu pueblo, y tu lagunmina del alma, tu compañero de viaje. Junto a tu madre y tu hermana Arantzi, seguro que también estuvo tu padre, en el recuerdo y en su presente.

Debe dar alegría sentir que te vas dejando el recuerdo de ser un hombre bueno, con la satisfacción de haber luchado por unos ideales. Allí donde estás ahora, seguro que te has encontrado con muchas personas que nos han acompañado en el camino. Cuéntales aquello bueno en que ha cambiado el mundo, y dales las gracias también por su legado.

Hoy me doy cuenta de que pudimos haber aprendido mucho de ti, buscando el encuentro en lugar de la distancia, la música en lugar del ruido, el aire en lugar del fuego. Ese será tu legado.

Juan Luis, gracias por tu lucha.


Gracias por tu color en el arco iris.


Fecha publicación: 14-VI-2005

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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sáb jul 22, 04:57:00 a. m.  

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