25 octubre 2005

NO SERÁ NIÑA

Hoy me atreveré a desvelarles una exclusiva: ¡no va a ser niña! Y pronto se resolverá el misterio, pues la real criatura ya ha demostrado su ansiedad por ver la luz al impedir que su madre acudiera a Oviedo a premiar a unas caritativas monjitas y al más laureado chofer de carreras. En realidad, les confieso, ni soy brujo ni vidente; cualquiera puede llegar a la misma conclusión con solo agitar una coctelera que mezcle chismes del corazón con alta política. El resultado les llevará al total convencimiento de que todo sucederá según lo previsto para que se llame Juan Carlos o Alfonso, Fernando o Carlos, y no Sofía, Isabel o Letizia.

Aunque quedan posibilidades de que el nuevo Infante sea varón sólo por la conjunción entre probabilidad matemática y sabia naturaleza, hay quien se inclina por elucubrar sobre el aporte de las últimas técnicas científicas para conseguir transformar probabilidad en certeza. Así lo dijo en su momento, dejando boquiabierta a la peña, un fiel comentarista de las noblezas, aunque al día siguiente le hicieran retractarse de ello. Hasta Don Leandro, que será tío-bisabuelo de la criatura, lo aseguraba recientemente.

Sería triste que puestos en esa hipótesis, la intervención de la técnica moderna tuviera por objeto la obtención de un varón, y no la de una hembra. El esforzarse por conseguir que la neonata fuese mujer, hubiera sido una histórica y valiente apuesta por la igualdad entre los sexos, y con ello echar por tierra, de un golpe, todas las legislaciones, costumbres y complejos que desdeñan al género femenino y potencian una incomprensible superioridad masculina. Aunque garantizar su reinado implicase cambiar Constituciones, Estatutos o sálicas leyes, ayudaría a convencernos de que el papel de la Monarquía merecería estar por encima de su aporte al papel cuché. Qué quieren que les diga, me encantaría sacar la pata del fondo, si al final fuese niña.


Fecha publicación: 25-X-2005

18 octubre 2005

CICLO


Traduzco en el título, el nombre de un grupo de música electrónica al que hace unos días pude disfrutar en directo. Llevo tiempo observando que cada vez que acudo a este tipo de eventos, resulto ser uno de los mayores -en edad- del público, y me entran dudas sobre si no me habré saltado en mi inconsciencia, el fin de algún ciclo de vida que como ciudadano de orden, debí haber observado. También es cierto que no soy estrictamente el único abuelete; sino uno más entre esos pocos que se reconocen en la oscuridad, y se miran bajo los decibelios con la solidaridad propia de incomprendidos extemporáneos.

Siempre he sentido pertenecer a una generación un tanto desubicada, pues tras haber vivido la dictadura y su cerrazón cultural de forma puerilmente consciente, pasamos a vivir en democracia la repentina apertura a modas reinantes en el exterior, y víctimas de una desabrida adolescencia nos montáramos en diferentes carros. Algo grave ocurre si cuando oyes a alguno de tus amigos hablar de música, utilizan la expresión "de mi época". Nunca he entendido que se refieran sólo a la que escucharon en sus años más mozos. A partir de entonces, es como si se les hubiera detenido el tiempo, y no pudieran considerar que ésta también es su época, y que cualquier innovación musical o de otro tipo, también existe para su disfrute.

El hecho de coincidir en conciertos y festivales con críos de pelusa, rozando su mismo fanatismo, me plantea ciertas incertidumbres sobre el ciclo que me ha tocado vivir, y sobre todo, el futuro que me espera mientras siga manteniendo esta afición. Me aterra imaginarme jubilado, obligado a acudir cada domingo al quiosco de La Florida o al otoño de Benidorm, a bailar las mismas habaneras y pasodobles que ya hoy resultan decadentes. A lo sumo, por entonces, lo propio sean los pinchadiscos, aunque miedo me da pensar que lo popular sea bailar lo que hoy sería un Paquito chocolatero.


Fecha publicación: 18-X-2005

11 octubre 2005

FUSIÓN FRUSTRADA

El pequeño ahorrador –en mi caso diría minúsculo-, asiste impávido al revés producido tras la frustrada fusión de las Cajas vascas. Ahora más que nunca, ha quedado claro que ahorrar no es sólo cuestión de auto-secuestrarte algún billete y guardarlo hasta el futuro, sino sobre todo, de adoptar la decisión más apropiada de ingresarlo en aquella Entidad que garantice la pervivencia de tu independencia ideológica. En mi ignorancia, creía que el beneficio obtenido por ofrecernos dinero al interés más alto, por guardarnos los cuartos al interés más bajo, se destinaba a proyectos sociales, culturales y empresariales que sirvieran para desarrollo general de la Comunidad. La irrupción de la política de forma tan carente de sutileza, me hace intuir que estos fines no estaban tan claros.

No llego a entender por qué Álava se desliga en el último momento de un largo proceso que ya llevaba superados varios escalones, entre ellos la tan complicada unificación de procesos informáticos. Cualquiera, independientemente de su poder adquisitivo, puede imaginar que si tres pequeños no se hacen grandes, tal y como está la meteorología económica, otro grande vendrá que se hará con la tostada. La economía tiene casi como único objetivo crecer, y negarse a ello, no parece la política más adecuada para quien maneje cuentas ajenas. Pero lo que más inaudito resulta, es que quien paraliza la fusión acuse al contrario de dinamitarla. Una vez más, los alaveses continúan asistiendo a un partido en el que entre peleas de árbitros, los jugadores permanecen tumbados.

Yo, que ni me considero un partido ni soy de ningún partido, opté hace tiempo por distribuir mis doblones en múltiples huchas, y en una de ellas con forma de vaca -lo digo en serio-, voy metiendo esas estorbosas monedas de 2 euros, con las que en sólo un año he conseguido financiarme unas vacaciones. Tal como está el mercado, no me digan, ésta va a ser la única opción que nos quede por mantenernos independientes.



Fecha publicación: 11-X-2005

04 octubre 2005

LAMARCA, IÑIGUEZ: AMOR IRRECURRIBLE

"Si alguien conoce algún impedimento para esta unión, que lo diga ahora o que calle para siempre". Esta es la odiosa frase propia de escenas de boda en películas americanas. Si la acción se desarrolla al comienzo de la peli, te pones a temblar porque a buen seguro aparecerá ese "alguien" que lo estropea todo impidiendo que los novios acaben comiendo las célebres perdices. Iñigo, Sergio: aquí, ése alguien existe, y ha aparecido disfrazado de Recurso al Tribunal Constitucional de la Ley que permite vuestro Matrimonio. Casi como lo que acaba de hacer Chuacheneguer en California utilizando su voto de gobernador para impedir su aprobación, aunque rizando el rizo, un supremo Juez del Supremo asegure que su prohibición es, a su vez, inconstitucional.

Siempre me he preguntado por qué se aprueban leyes de las que luego se discute su validez. ¿No podrían certificar su constitucionalidad como uno más de los trámites que todo Proyecto de Ley debe cumplir antes, y no después, de ser aprobado por el Congreso de los Diputados y de las Diputadas? Sería, sin duda, mucho más práctico, y desde luego no tendríamos que vivir en un sin-vivir, pendientes de que el inoportuno de turno amenace con revitalizar nuestras taquicardias cada tres por cuatro. En cualquier caso, si de forma improbable se admitiera su inconstitucionalidad, no conseguirían otra cosa que demostrar que necesitamos actualizar la Carta Magna, pues tal como la tenemos es evidente que no garantiza plenamente la igualdad de su amparada ciudadanía. O sea que, o no es tan Magna, o habría que engrasarla de vez en cuando…

El próximo 8 de octubre, vuestro Matrimonio no será sólo la puesta de largo de vuestra relación sentimental, sino el final y el premio por vuestra lucha. Nadie podrá recurrir una felicidad tan incuestionable; jamás habrá impresos para ello. Mejor harían callando para siempre.

Fecha publicación: 4-X-2005